Teoría Positivista

 

EL POSITIVISMO


Auguste Comte; Montpellier, 1798 - París, 1857.  Pensador francés,  fundador del positivismo y de la sociología. Con la publicación de su Curso de filosofía positiva (1830-1842), apadrinó un nuevo movimiento cultural del que sería considerado iniciador y máximo representante: el positivismo. Tal corriente dominaría buena parte del siglo XIX, en polémica y algunas veces en compromiso con la tendencia filosófica antagonista, el idealismo. Se orientó durante la época de la Restauración hacia el agnosticismo y las ideas revolucionarias. Después de una primera juventud cerrada y rebelde, ingresó en 1814 en la Escuela Politécnica de París, donde, en contacto con las ciencias exactas y la ingeniería, se sintió atraído fuertemente, junto con muchos compañeros de escuela, hacia aquella especie de "revolución de los técnicos" que iba predicando el Conde de Saint-Simon.

 El positivismo fue creado por Augusto Comte en la segunda mitad del siglo XIX, caracterizado por el rechazo a la metafísica y la exigencia de que toda investigación debe basarse en la realidad. Para esta corriente, la filosofía y la ciencia no tendrían por qué dividirse, toda vez que la primera se considerara una reflexión de la segunda.

 Dentro de la postura epistemológica del positivismo comtiano aparece el primer principio para que el conocimiento sea considerado como científico: este es el de considerarlo como aquello a lo que la inteligencia acceda, es decir, los hechos, lo que puede ser observado, siendo los objetos o fenómenos que se muestran en la experiencia. En otras palabras, los enunciados científicos deben ser empíricos. (Navarro, 1989).

 Así mismo, en el positivismo se requiere deducir algunos hechos de otros, reflejando de esta manera el componente racional en el conocimiento.

 Otra característica es la utilidad del conocimiento, dado que el verdadero conocimiento no tiene un fin en sí mismo sino que propende hacia el mejoramiento continuo del hombre en su doble condición de ser individual y social (Navarro, 1989).

 Adicionalmente, también se establecen los supuestos de la historicidad del hombre y la relatividad del conocimiento, ambos vinculados con la idea de progreso. Según Navarro (1989) el saber no es absoluto sino relativo, a la individualidad y organización. Para Comte el orden social y el conocimiento aparecen subordinados al conjunto del progreso social.

 También Comte trabajó con una concepción monista-naturalista de las ciencias. De acuerdo a ella, las ciencias se constituyen en una unidad a partir de una jerarquía en cuya base están la física y la química, luego las ciencias biológicas y en la cúspide las ciencias sociales. Esa jerarquía partía de la complejidad de la materia, siendo que la física y la química estudian la materia elemental, mientras que en las ciencias sociales se toma en cuenta mayor complejidad de la materia al incorporar lo biológico en combinación de lo fisicoquímico. Se buscaba que las ciencias más complejas se pudieran explicar en razón de las más simples. Este supuesto originó el reduccionismo y el fisicalismo.

 El conocimiento positivo representa el estado más avanzado del conocimiento (Navarro, 1989), y es precedido por el estado teológico y el metafísico. El primero en donde predominan los problemas que no tienen solución, así como por temas que no pueden ser parte de una investigación rigurosa. Y en el segundo, la especulación se dirige hacia la búsqueda de lo absoluto, hacia la explicación de la relación de los seres, su origen y destino.

Para resumir nuestra Teoría Positivista, decimos:



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